En el país del hielo y la nieve en el lejano norte, hay un castillo casi en ruinas. En el torreón más alto azotado siempre por el viento, vive encerrada una dama muy vieja, blancos cabellos sobre su arrugada frente, dos espejos helados sus ojos miran sin ver el horizonte, en el pecho un corazón roto y un alma muerta, pasa las horas mirando caer la nieve y recuerda...
La pobre vieja fue un día la mas bella de las hadas la más alegre y feliz. Esmeraldas brillantes sus ojos, su cara tenía la suavidad de las rosas, labios rojos como brasas y negra noche sin luna, sus cabellos.
Vivía feliz en su palacio de agua al pié de la gran cascada en un país al abrigo de la pena y la guerra.
Recorría la tierra salvaje montando su unicornio y dejaba en las almohadas de los niños, felices sueños de colores juegos nuevos e ilusiones.
Hasta que un día un conoció un bello mortal que le robó el corazón, con hilos de amor tejió una cárcel y en ella quedo para siempre cautiva. Por su amor renuncio a su palacio de agua a su unicornio alado.
Quedó para siempre a su lado el tiempo que para ella no pasaba. A él le fue poniendo nieve en el pelo, arrugas en su cara y en su alma, y un día de invierno se fue, atravesó la puerta de la muerte, donde ella no podía seguirlo, la dejo sola en el viejo torreón. Ella pidió ser mortal para no tener que vivir siempre con la garra que le oprime el corazón sin dejarla apenas respirar.
Sola, en silencio, fue envejeciendo en el país del hielo del frío, en el castillo en ruinas, y recuerda el amor que le dejo por corazón un trozo de hielo y mirando caer lenta la nieve, espera que la muerte la lleve de nuevo a su lado.